La cartografía social es una herramienta valiosa en la investigación y diagnostico social que entrelaza las representaciones sobre el espacio, la estética y lo colectivo con problemáticas y procesos sociales. Este enfoque combina la geolocalización y los datos cualitativos para mapear fenómenos complejos y contextuales, permitiendo una comprensión más profunda de las realidades sociales, así como de las experiencias, expectativas de los involucrados.
En el corazón de la cartografía social yacen las representaciones de lo vivido, lo necesitado y lo percibido, que se expresan a través de mapas visuales y georreferenciados. Se representan datos etnográficos, económicos, ambientales, culturales y sociopolíticos. Estas representaciones visuales capturan capas de información que van más allá de los números, revelando dinámicas espaciales y relaciones que pueden pasarse por alto en análisis convencionales. Estos mapas no solo comunican resultados, sino que también pueden incitar a preguntas más profundas. Los mapas y gráficos pueden revelar desigualdades geográficas, distribución de recursos, segregación y otros temas críticos.
Los procesos en la investigación social también se ven transformados por la cartografía social. En lugar de simplemente analizar datos en tablas y gráficos, los investigadores pueden involucrar a las comunidades locales en la creación de mapas, fomentando la participación ciudadana y empoderando a voces generalmente marginadas. Este enfoque colaborativo permite una investigación más holística e informada, a la vez que involucra a las partes interesadas en la identificación y solución de problemas.
Los mapas visuales y georreferenciados actúan como ventanas a las realidades sociales, permitiendo una comunicación efectiva de hallazgos, la identificación de problemáticas y la colaboración con las comunidades. Al integrar estas dimensiones, la cartografía social se convierte en una herramienta poderosa para explorar y abordar las complejidades de sociedades en constante cambio.